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29 de enero de 2012

La Trastienda


12 comentarios:

Unknown dijo...

Magnifica visión de las realidades de Bilbao.

Tano dijo...

Paradójico contraste de esos que encontramos tantos por nuestras ciudades. En esta ocasión pululaba por allí alguien sensible y con su arma preparada para disparar. Excelente, primita.
Musuak.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Es curioso y muy casual. Para mí y para Iñakitxu este hombre no es anónimo y te cuento por qué. Siempre que vamos a casa de aitite y amama, pasamos por ahí, a veces andando y otras en bus. Cuando pasábamos andando le solíamos ver, e Iñaki siempre se quedaba un rato mirandole y preguntando cosas un poco "embarazosas". Hoy llueve ¿por qué no se va a su casita?, está merendando en la calle, como yo etc... un día empezamos a hablar con él (ya sabes, los niños)y en un momento de la conversación Iñaki le dió galletas. Desde entonces, siempre que pasamos, Iñaki, echa una carrerita y vá a la barandilla, si está, me pide galletas y siempre le dá, a él o a los otros tres que suelen estar. Se llama Gizoneko gailetak, para nosotros, su verdadero nombre no lo sabemos aún. Por otro lado, siendo totalmente analfabeto en temas de encuadres y luminosidades fotográficos, te diré que a mí la imagen, aún habiendola visto muchas veces, pero nunca en "pause" me produce un arañazo interno y mucha rabia, al lado de nuestra opulencia "supervivencia". Es el cuarto mundo. De txiki, yo ahí, cazaba lagartijas.

susi underground dijo...

Bueno, muy bueno tu punto de vista y tu crítica creatividad.
La imagen habla por sí sola, pero cuando leo el comentario de las galletas, ese hombre cobra la vida de todos los hombres, y creo en el arte, en tu arte.

Besos, preciosa huella.

Huellas dijo...

Echo de menos tu crítica de formas Jesús... bueno esta vez ha primado la fondo sobre la forma.

Besos

Huellas dijo...

Gracias Tano, tu presencia es para mi, mucho más que la sensibilidad de tus palabras.

Musu bat

Huellas dijo...

Aita de Iñakitxu, ha merecido la pena el frío que pasamos por leer tu comentario. Casi creo que he visto la escena que describes paso a paso.
La verdad es que nos cogimos de las manos un momento y él calentó las mías que estaban heladas, como me calentó el corazón con su mirada. No sabía que eran varios, al menos no están solos.
Es cierto que lo cotidiano pasa a ser casi invisible. Eso me gusta de las fotos, cuando hablan.
Gracias por comentar desde dentro.

Huellas dijo...

Hay muchas cosas que comparto contigo Susi, sabes ver aunque no haya luz.
A mi también me ha encantado el comentario de las galletas, se pueden oler junto al humo de la hoguera con ojos infantiles verdad?

Mi cariño sensible niña

Unknown dijo...

Es que...verás la dualidad es químicamente única.

Anónimo dijo...

que patetico

Unknown dijo...

qué ; lleva acento.